Importancia del suelo para el cultivo
El suelo es uno de los factores que más influencia tiene en el crecimiento de los cultivos ya que no solo actúa de sustento sino también de almacén de agua y nutrientes que el cultivo necesitará a lo largo de todo su desarrollo.
La fertilidad muestra la capacidad del suelo de cubrir las necesidades del cultivo para que éste llegue a completar su ciclo.
La fertilidad del suelo depende del equilibrio existente entre factores físicos, químicos y biológicos. Un manejo diferenciado basado en zonas establecidas según el tipo de suelo permitirá mantener en el tiempo el equilibrio de los factores.
La fertilidad física se establece a lo largo del tiempo mediante los procesos climáticos, la topografía y el tipo de roca y minerales predominantes. Como resultado de los procesos nombrados, la composición y textura del suelo son datos que se pueden conocer mediante el análisis de laboratorio previo a la implantación del cultivo y que suponen un punto de partida para el manejo. La labranza excesiva es una de las prácticas agrícolas que puede mermar la capacidad del componente físico ya que la rotura continua de agregados del suelo destruye la estructura y en consecuencia su capacidad de retención de agua y nutrientes.
La fertilidad química definida por la reserva que presenta el suelo de agua y nutrientes junto a la fertilidad biológica la cual hace referencia a la biodiversidad presente en el suelo, establecen la cantidad y la disponibilidad que tiene el cultivo de tomar del suelo el agua y nutrientes, en las formas adecuadas de asimilación, es decir, muestran el equilibrio nutricional.
Mantener la fertilidad de los suelos que quedan sin erosionar es un reto de la agricultura hoy en día ya que de ello depende la posibilidad de producir alimentos. El uso de recomendaciones de buenas prácticas de cultivo junto a una monitorización continua del suelo, permiten establecer actuaciones y decisiones de manejo sostenibles e incluso que permitan la recuperación de suelos. La pérdida de fertilidad en el suelo repercutirá directamente en el rendimiento del cultivo, así como, en la producción final y calidad de éste traducidas en una baja rentabilidad económica. Una mala gestión puede provocar una pérdida de fertilidad del suelo debido a la extracción de nutrientes por parte de la planta, lavado excesivo debido a pérdida de estructura y al no aporte de materia orgánica entre otros siendo importante la gestión de los residuos del cultivo.
Cada parcela tiene un sello de identidad basado en la composición y fertilidad del suelo. Conocer la variabilidad de las propiedades del suelo dentro de una parcela puede ser determinante para llevar a cabo un buen manejo agrícola que permita al agricultor ser más sostenible en costes y producción.
Dentro del ámbito de la agricultura de precisión existen sensores que permiten conocer como varían espacialmente y en profundidad las características de un suelo siendo uno de los más usados el sensor de medida de conductividad eléctrica.
La conductividad eléctrica (CE) es la medida de la capacidad de un material para dejar pasar la corriente eléctrica a través de él. Su unidad de medida es s/m (siemens por metro) aunque el dato que se usa para el mapeo de suelos es el de la conductividad eléctrica aparente (CEa) ya que también mide la conductancia a través de las partículas sólidas del suelo mediante su capacidad de intercambio catiónico siendo la unidad el mS/m (mili-Siemens por metro). La conductividad eléctrica de un suelo informa sobre parámetros como:
Realizar un mapeo de CEa del suelo permite la detección de problemas de compactación, problemas de salinidad, problemas de encharcamiento y perdidas de estructura del suelo, así como también, se establece el patrón de variabilidad existente que apoye la toma de decisiones acertadas sobre el manejo diferenciado del cultivo estableciéndose una gestión de la explotación basada en buenas prácticas que determinan el uso optimizado de inputs.
Como hemos visto la variabilidad en cuanto a la textura del suelo y en cuanto a sus propiedades fisicoquímicas resulta una de las más importantes cuestiones a evaluar en el ámbito de las técnicas de la agricultura de precisión.
Conocer y comprender de forma avanzada este tipo de cuestiones impulsa las capacidades del productor para tomar una serie de decisiones agronómica de largo de toda la campaña. La generación de zonas de manejo diferencial y la posterior actuación mediante sistemas de abonado variable, de siembra diferenciada o incluso un conocimiento preciso para la gestión del riego son posibilidades que se abren con estas tecnologías.
Herramientas de agronomía digital como Granular Link, lanzada recientemente por Corteva Agriscience, incorporan una serie de funcionalidades como la gestión de mapas la aplicación variable que permiten realizar este tipo de actuaciones de forma rápida y sencilla por parte de los técnicos o agricultores en campo. Su generación en una interfaz sencilla, en la que además se evalúan otro tipo de capas de información mediante la fusión de datos de seguimiento del cultivo o de rendimiento constituyen una herramienta fundamental para la toma de decisiones y para la actuación precisa.
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