Control de plagas. Nuevos avances en el seguimiento de plagas.
La aparición de plagas en los cultivos es uno de los principales problemas a los que se enfrentan los agricultores. En este artículo veremos cómo ha evolucionado el tratamiento de este problema y cuál es el mejor método para hacerles frente.
Según la FAO, los daños causados por éstas ocasionan pérdidas de hasta el 40% de la producción agrícola y suponen una reducción económica de más de 70 mil millones de dólares anuales.
La economía de los agricultores norteamericanos es la que más se ve más afectada, con unos 25 mil millones de euros perdidos al año. En Europa, actualmente, se pierden unos 3 mil millones.
Las plagas agrícolas son poblaciones de seres fitófagos que producen una disminución en la productividad de los cultivos. Puede afectar a la producción bruta del cultivo y la calidad de la cosecha y, además, ocasionar la proliferación de enfermedades asociadas a la acción de la plaga y un incremento de los costes de producción.
La FAO espera que aumente el riesgo de que las plagas se propaguen en los ecosistemas de las regiones árticas, boreales, templadas y subtropicales más frías, debido al cambio climático.
Actualmente, el mayor peligro lo representan aquellas plagas que no se han establecido aún en el territorio y para las que no hay remedio. Tal y como define la Comisión Europea, el impacto económico, medioambiental y social de estas plagas es de máxima gravedad y se estima que podrían producir pérdidas en los cultivos agrícolas por valor de casi 40 mil millones de euros al año.
Los daños causados por insectos son de los más preocupantes en agricultura, ya que se trata de plagas muy poco específicas, que atacan a un amplio espectro de especies vegetales, son transmisores de enfermedades y favorecen la aparición y el crecimiento de hongos. Algunas de estas son pulgones, trips, polilla del tomate, mosca de la fruta, mosca del olivo, taladro del maíz, piojo rojo de california, araña roja, gusano del alambre, y nematodos.
En los últimos años, debido principalmente a las importaciones, han aparecido en España y Francia nuevas plagas que amenazan las cosechas del sur de Europa. Nos referimos a plagas como la Drosofila de alas manchadas, la pulguilla de la patata, la cochinilla del cítrico, el cotonet de les valls y la avispilla del castaño.
Los daños causados por plagas generan una reducción de la productividad en los cultivos, por lo que una adecuada gestión de las mismas es imprescindible para mantener la rentabilidad de las explotaciones en niveles adecuados.
Durante la Revolución Verde hubo una gran expansión de los plaguicidas. Se crearon cientos de productos que se aplicaban sin control en grandes zonas, desde aeronaves, por lo que no se podía hablar de precisión.
Actualmente la Gestión de Plagas es una parte muy importante de la gestión de cualquier explotación y se lleva a cabo de forma más específica y sostenible:
Los tratamientos preventivos se han reducido, aunque siguen siendo recomendables.
El seguimiento de las distintas plagas cobra gran importancia.
Los plaguicidas deben estar recomendados por un asesor especializado.
El tratamiento tiene que ser realizado por un aplicador autorizado.
Una de las mejores herramientas para hacer frente a esta problemática es la Gestión Integrada de Plagas (GIP), que va ganando posiciones respecto a otras técnicas. Cada vez son más los técnicos y agricultores que apuestan por combinar la lucha biológica con la lucha química, aunque es una técnica que lleva muy pocos años.
La lucha biológica presenta una serie de ventajas:
Permite controlar la población de plagas en niveles económicamente aceptables.
No se crean resistencias ni se producen residuos.
Tiene mayor especificidad que los plaguicidas tradicionales.
Tiene mayor duración ya que no es un tratamiento puntual.
Se puede utilizar en explotaciones de producción ecológica.
Cuando la lucha biológica no es suficiente, o no se han tenido en cuenta algunos parámetros y no es eficaz, necesitamos llevar a cabo una lucha química contra estas plagas. Es importante destacar que existen productos fitosanitarios que son compatibles con los organismos utilizados en lucha biológica, por lo que combinar ambos métodos nos dará un mejor resultado en estos casos.
Según el estado del producto utilizado existen diferentes métodos de aplicación:
Generalmente, los plaguicidas los encontraremos en estado líquido o sólidos solubles en agua. En el primer caso, los métodos más frecuentes en la aplicación son: aspersión, pulverización y nebulización.
Los plaguicidas sólidos no solubles en agua se aplican mediante el espolvoreo directo sobre el cultivo.
Los productos gaseosos son los menos utilizados y pueden aplicarse disueltos en el agua de riego, o pulverizados.
La aplicación de plaguicidas ha evolucionado mucho en los últimos años. Actualmente el campo está apostando por:
Aplicación más precisa, en bandas o en rodales afectados, sin necesidad de realizar el tratamiento en todo el cultivo.
Seguimiento específico de la incidencia y desarrollo del organismo.
Equipos con mayor precisión.
Otros métodos cada vez más utilizados en el control de plagas son:
Los cultivos, desde la selección de variedades resistentes a la rotación de cultivos, pasando por el uso de plantas beneficiosas y la asociación de cultivos.
Barreras físicas, como la utilización de acolchados o elementos físicos que impidan a ciertas plagas acceder a la parcela. Por ejemplo, el uso de malla que impide el paso a roedores o cercar la parcela con elementos secos como la ceniza o el yeso que impide el acceso a babosas y caracoles.
Térmicos, como por ejemplo la solarización o los “tractores lanzallamas” que eliminan los organismos del suelo por acción del calor.
La Gestión de Plagas se debe llevar a cabo de una forma precisa, tecnológica, científica, sostenible y respetuosa con el medio ambiente.