Cómo utilizar la tecnología para ahorrar agua
La tecnología es una de las grandes aliadas para maximizar la producción de los cultivos y ahorrar agua, y su despliegue en el sector de la agricultura llega en uno de los momentos más críticos en relación al cambio climático.
El agua dulce es un recurso limitado y su uso está cada vez más restringido, lo que supone un gran hándicap para la agricultura de regadío. Los agricultores tienen que buscar alternativas para reducir el consumo y aumentar la eficiencia en el uso.
Las opciones más habituales para reducir el consumo hídrico son:
Elección del tipo de cultivo.
Elección de variedades tolerantes al estrés hídrico.
Diseño de plantaciones y marcos de cultivo.
Uso de cubiertas que eviten la evaporación.
Para aumentar la eficiencia en el uso del agua, las posibilidades están ligadas a la tecnología:
Sistemas de riego que reducen las pérdidas de agua por evaporación, escorrentía, lavado, etc.
Programación de riego adecuada.
Uso de estrategias como el Riego Deficitario Controlado, consistente en reducir las aportaciones totales de agua de riego al cultivo en determinados periodos de baja sensibilidad al déficit hídrico.
Automatización de riego.
En España se utilizan actualmente tres sistemas de riego:
Riego por inundación, en el que la eficiencia de aplicación se sitúa en torno al 60%.
Riego por aspersión, en el que se alcanzan eficiencias de aplicación de hasta el 85%.
Riego localizado, en el que la eficiencia de aplicación puede llegar al 95%.
Actualmente en España el riego localizado se utiliza en más del 50% de la superficie regable.
En el caso del maíz, en algunas zonas es más recomendable el uso de riego por aspersión ya que realiza un lavado de las hojas que facilita la fotosíntesis en zonas en las que éstas pueden verse cubiertas de polvo u otras sustancias en suspensión, y reduce la incidencia de plagas de ácaros.
La necesidad de reducir el consumo neto de agua en las explotaciones agrícolas ha generado la aparición de distintos sistemas para mejorar la gestión del agua.
Los sistemas más rudimentarios permiten programar el inicio y final de riego, dejando en manos del agricultor el cálculo de la dotación y del tiempo de riego y posibilitan regar durante la noche sin la necesidad de estar presentes en la parcela. Los más actuales y tecnificados, dotados de elementos de medida de la humedad del suelo, son capaces de “decidir” cuando empezar a regar y cuando dejar de hacerlo. Además, podemos programarlos para que sólo decidan regar a partir de una hora o al alcanzar determinada temperatura o humedad ambiental.
Desde hace unos años la expresión “regar bien” se ha convertido en “regar mejor y regar menos”. En las últimas décadas se han hecho grandes esfuerzos para mejorar la eficiencia en el uso del agua de riego. De estos esfuerzos surgen avances tecnológicos que permiten mejorar la gestión del riego de una explotación.
Regar mejor implica aplicar el riego en la cantidad mínima necesaria para mantener la rentabilidad de los cultivos y en aquellos momentos que es más idóneo. Para facilitar esto se han creado nuevas técnicas de riego, apoyadas en tecnología muy específica.
Técnicas como el riego deficitario nos permite regar menos sin ver comprometida la rentabilidad del cultivo.
Cobran importancia los modelos de simulación de necesidades hídricas del cultivo, que permiten programar con antelación el riego. Para ello emplean predicciones meteorológicas y permiten ajustar el riego a las necesidades reales.
Además de estos datos, podemos implantar distintos tipos de sensores en la parcela que nos permite conocer el estado hídrico real de nuestro suelo y de nuestro ambiente, para decidir cuándo y cuánto regar.
Existen diferentes tipos de sensores, según dónde se sitúan podemos clasificarlos en:
Sensores de suelo: son aquellos que se sitúan “a pie de campo”, entre ellos encontramos sondas de humedad, temperatura, e incluso sensores infrarrojos. Nos permiten conocer el estado de humedad del suelo, y los niveles de evaporación.
Sensores sobre el cultivo: situados en la planta: en el tronco o a la altura en la que se desarrolla el máximo volumen foliar, destacan sondas de humedad y dendrómetros, aunque también se utilizan aparatos como el porómetro. Se utilizan principalmente para medir la transpiración, nos permiten conocer el “gasto de agua” llevado a cabo por la planta.
Sensores aéreos: hablamos de sensores situados en drones que sobrevuelan el cultivo, y nos ofrecen una visión más panorámica del mismo. Destacan en este caso los sensores infrarrojos, que permiten conocer el estado hídrico del cultivo.
En el caso de los sensores “in situ” es importante colocarlos en cantidad suficiente para que los datos obtenidos se puedan considerar válidos, y en lugares estratégicos.
La teledetección es quizá la herramienta que ha adquirido mayor importancia debido a su precisión, que permite un manejo más eficiente, y a la cantidad de información sobre el cultivo que podemos obtener.
La importancia de todas las técnicas y herramientas de riego reside en la interpretación adecuada de los datos obtenidos y para ello es imprescindible contar con la ayuda de un experto en materia de riego.
Actualmente existen múltiples herramientas para poder gestionar el riego de manera eficiente, maximizando la productividad del agua, pero a veces tener acceso a tantas herramientas, aplicaciones y plataformas diferentes dificulta la comprensión y puede llegar a hacer que tanta información no sea adaptable a la explotación.
Granular Link permite llevar toda la información necesaria para la gestión de tu explotación en el bolsillo, conectada con tu maquinaria y coordinada con tu experto agronómico de Corteva, que te facilitará la interpretación de toda esta información, para que aplicarla sea mucho más sencillo.
Tener acceso directo a toda la información del cultivo y poder conectarla a los sistemas de riego implantados en tu explotación, te permite automatizar la programación de riego de acuerdo a distintos factores, mejorando la eficiencia en la gestión, y por tanto la rentabilidad de la explotación.