Cómo maximizar la productividad de los pequeños agricultores
El objetivo de cualquier agricultor es maximizar la productividad de sus cultivos, lo que es posible gracias al uso de tecnología, maquinaria compartida y reutilización de los residuos para que esta mayor productividad sea medioambiental.
Como en cualquier tipo de negocio, mejorar el rendimiento y maximizar los beneficios del cultivo es un objetivo constante para muchos agricultores. Los avances en ciencia y tecnología no sólo son un aliado clave en el cuidado y la sostenibilidad de los cultivos, sino también una herramienta para mejorar la productividad agrícola, el aprovechamiento de los recursos y la reducción del impacto ambiental.
Durante los primeros años de la incorporación de avances digitales y de las técnicas de Agricultura de Precisión, se sostenía la idea de que cualquier tipo de rentabilidad añadida provenía únicamente del manejo específico en zonas concretas (ahorros de insumos, etc.). Pese a que esto sigue siendo válido en algunos casos, hoy en día el debate se ha ampliado más allá. La rentabilidad y productividad se pueden determinar a distintas escalas: a nivel de parcela y subparcela, a nivel de explotación y a nivel social.
La mayoría de estudios se han centrado en el primer nivel, mientras que los beneficios para la sociedad (reducción del impacto ambiental, mejores prácticas de manejo, seguridad laboral y mejores condiciones de trabajo) han sido menos estudiados.
Si ponemos el foco en el nivel de explotación, podemos encontrar algunas fórmulas a tener en cuenta para mejorar la productividad en los cultivos.
Cuidados del suelo. En el diseño de la explotación, conocer la composición del suelo sobre el que se trabaja es muy importante para maximizar su rendimiento. Así, a través de técnicas como el mapeado de suelos o el análisis de muestras, se pueden extraer parámetros como la humedad, el Ph o la fertilidad del terreno. Conocer con antelación las características del suelo permite la optimización de algunos costes de producción, al racionalizar, por ejemplo, el uso de abonos y fertilizantes. Además, esta caracterización del tipo de suelo ayuda a la zonificación, a la generación de tareas de aplicación variable o al establecimiento de patrones multi-híbrido o de diferentes variedades, así como a ajustar la rotación de cultivos.
Uso de tecnología innovadora. Gracias a la digitalización, la agricultura puede servirse de muchas herramientas para el aumento de su sostenibilidad y productividad. La tecnología brinda un mundo de posibilidades, que abarcan desde instrumentos basados en sistema global de navegación por satélite -GNSS- de precisión, mapas de prescripción y rendimiento o redes de sensores que recogen un gran volumen de datos. La generación de toda esta información sobre el terreno permite a los agricultores la optimización de la toma de decisiones en todas las etapas del proceso productivo. Una vez son asumibles los costes de inversión en tecnologías, sus ventajas son ya visibles desde el corto plazo.
Mejora del proceso de nitrificación. El uso de estabilizadores de nitrógeno contribuye a reducir las pérdidas del nutriente, lo que incide tanto en la rentabilidad del cultivo como en su impacto medioambiental. Sin ir más lejos, la tecnología de inhibición que desarrolla Corteva, Instinct, es líder desde hace décadas en Estados Unidos. Su uso no sólo reduce en más de un 50% la emisión de gases de efecto invernadero, sino que, además, puede ahorrar costes de combustibles e incluso de mano de obra.
Uso de tecnología en la maquinaria agrícola. La necesidad de optimizar los costes en las pequeñas explotaciones hace que cada vez sea más habitual el uso de tecnologías relativas al guiado de la maquinaria agrícola. Aspectos como la monitorización del rendimiento o la aplicación optimizada de agroquímicos utilizando una maquinaria más especializada de última generación son sin duda impulsores de tratamientos sostenibles, medibles y de precisión.
Optimización de los recursos hídricos. El aprovechamiento del agua es una prioridad en cualquier cultivo. Por eso, adoptar sistemas de riego localizado, que permiten ahorrar tiempo a la vez que agua, es fundamental también desde una perspectiva de producción sostenible.
Reutilización de los residuos. El volumen de residuos que se genera en la agricultura tiene un gran potencial para ser reutilizado siguiendo los principios de la economía circular. Los restos vegetales pueden transformarse en energía o para extraer compuesto de alto valor añadido para su posterior aplicación como materia prima para el desarrollo de complementos alimenticios o cosméticos.
Si bien son muchas las alternativas para aumentar la productividad de los cultivos, es importante adaptarlas con una perspectiva medioambiental, también en las pequeñas explotaciones. Mayores rendimientos, sí, pero siempre a un ritmo sostenible.