La transformación digital ha entrado de lleno en el sector agroalimentario nacional y mundial. Está recorriendo un camino en el que está destapando carencias en la formación de sus trabajadores y, a su vez, abriendo las puertas a una serie de nuevos empleos. Nuevos perfiles que deben afrontar un doble reto. Primero, asesorar a los agricultores y ganaderos en su tarea de producir alimentos ante la demanda mundial y, segundo, acoplarse a un sector que necesita de herramientas digitales para no perder competitividad y ganar en rentabilidad y eficacia sin perder de vista la sostenibilidad.
La lista de esos perfiles aumenta conforme lo hacen las necesidades de los productores y sus empresas porque la industria también debe ser capaz de adaptarse a esa transformación digital. Tras la agricultura de precisión, y una agricultura 4.0 ya casi superada, la inteligencia artificial, la robótica o la gestión de datos abren el abanico de esos nuevos empleadores. Hablamos de trabajos como desarrolladores de software agrícola, la creación de aplicaciones, analistas de datos, de suelos agrícolas, técnicos de sostenibilidad y medio ambiente, expertos en logística, pilotos de drones para mapeos o aplicadores de productos, en comercio electrónico incluso aquellos orientados al marketing y la comunicación de los productos y marcas agroalimentarias.
La directora de la Cátedra de Inteligencia Artificial de la Universidad de Córdoba, Rosa Gallardo, apuntaba, dentro de su “mapa tecnológico español” hace unos días en una jornada sobre emprendimiento agroalimentario, que “es imprescindible y necesario apostar por la tecnología”. “En la revolución que vivimos no se trata de incorporar la tecnología para recopilar datos y gestionarlos, sino disponer de esos datos para convertirlos en información que permita tomar decisiones basadas en información adecuada para optimizar".
La IA y la robótica son los principales campos con los que ya trabajan muchos. No en vano, hay datos que señalan que el 83% de las explotaciones agrarias ya recolectan datos para mejorar su rentabilidad. La industria alimentaria, por ejemplo, trabaja con imágenes “hiperespectrales” que dan información química de un producto determinado que “sirve para ver posibles defectos o los grados de maduración para decidir el mejor momento de la cosecha en el campo” explica María José Sáiz, responsable del Departamento de Nuevas Aplicaciones Analíticas del Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria.
La inteligencia artificial también se emplea para predecir la demanda de insumos o saber cómo se va a comportar un determinado cultivo en el campo. La IA permite detectar enfermedades o plagas, identificar la presencia de síntomas de enfermedades o una mejor gestión de la maquinaria agrícola para que funcione de forma autónoma dentro de una empresa.
Pero los expertos señalan también que es necesario conocer bien los datos para una toma correcta de las decisiones. "La inteligencia artificial es tonta, tontísima, porque se construye con los datos que le suministramos y hay que tener en cuenta la higiene de esos datos", señala el catedrático del Departamento de Informática y Coordinador del Grupo de Investigación sobre Sistemas de Información Avanzados de la Universidad de Zaragoza, Javier Zarazaga. En este sentido, el catedrático del Departamento de Ingeniería Agroalimentaria y Biotecnología de la Universidad Politécnica de Cataluña, Emilio Gil, adelanta que hace unos meses estuvieron horas en un campo de manzanos "enseñando a la máquina las manchas y el moteado de la fruta" con el objetivo de conocer si se trataba de una enfermedad o un defecto y generar así datos reales y servibles.
Precisamente todo ese conocimiento y para saber hacia dónde va la transformación digital se creó hace unos años DATAGRI. Se trata de un foro de debate y conocimiento en el que “estamos intentando que todo el mundo participe en la construcción del sistema digital. Participan las empresas, las administraciones, los agricultores, la industria, el sector financiero, es un espacio abierto a todos aquellos que tienen que decir algo dentro de la transformación digital en el campo” señala su director José Luis Miguel. Un evento que mejora y aumenta cada año desde hace siete cuando empezó y que ahora reúne a 1.500 personas de toda España durante dos jornadas y desde el que Corteva está presente.
“Hoy en día es imposible funcionar sin transformación digital. Hace un tiempo costaba cambiar el chip, pero ya vemos cómo los sistemas digitales tienen cada vez más implantación”. Desde ese foro explican que los perfiles tecnológicos “están ya en el sector” y lo que se busca ahora son ingenieros agrónomos con conocimientos en digitalización.
Pero es cierto que la mayoría del tejido empresarial del campo son autónomos o pequeñas empresas y tienen una capacidad limitada para poder ampliar su plantilla o contratar estos perfiles más tecnológicos. Por eso se hace imprescindible que las cooperativas cuenten con técnicos cualificados, que se colabore con las empresas de insumos, que las industrias tengan a sus técnicos agronómicos formados con estas herramientas para colaborar con los productores.
A la vez que esos empleos llegan al sector es necesario también que lo hagan con una formación adecuada para dar respuesta a los desafíos. De hecho, en los últimos años se han implantado nuevos grados de digitalización en las universidades de Córdoba o en la Politécnica de Madrid. Los centros universitarios ofrecen grados y másteres en agricultura, agroalimentación, biotecnología y ciencias ambientales, incluso con asignaturas relacionadas con la digitalización.
También están los centros de investigación y tecnología con formación. Nuevos cursos de capacitación de formación profesional y son varias las iniciativas “Tech” que se pueden cursar de forma presencial y on line sobre análisis de datos o sostenibilidad.
Una de ellas es la plataforma digital Enit, un campus digital online y presencial creado hace nueve años ante la “demanda de nuevos perfiles que buscan las empresas” según cuenta su responsable de marketing Estefanía Domínguez. Hacen dos cursos de formación al año para unas 60 plazas y en ellos se habla de “agricultura de precisión, análisis de big data, consultores de transformación, desarrollo de software agrícola, robótica agrícola o biotecnología. “Lo que buscamos es actualizar los conocimientos y conocer las nuevas herramientas que existen para poder sacarles un mayor rendimiento y lo hacemos de la mano de grandes empresas y especialistas” dice Domínguez.
No hay que olvidar que esa formación y desempeño de los nuevos profesionales es tan esencial como lo es el compartir todos los datos “mediante alianzas”. Pero no debemos olvidar que es necesario también mejorar la señal y la conectividad en todo el territorio, sobre todo en el medio rural que es, principalmente, donde están la mayoría de los productores de alimentos.