La situación general a nivel mundial
El maíz ocupa el segundo lugar del podio de los cultivos a nivel mundial, justo entre la caña de azúcar y el trigo. Según los datos recopilados por la FAO, los 1.163 millones de toneladas producidas en 2022 colocan a este cultivo en torno al 38 % de la producción total de cereales. Lejos de disminuir o estabilizarse, se prevé un aumento de la producción de maíz, necesaria para satisfacer la creciente demanda de una materia prima íntimamente relacionada con la alimentación humana y animal, junto con la soja y el trigo.
Conviene además tener en cuenta el uso de este cereal en una gran variedad de industrias y como fuente energética, este último uso tiene gran importancia en Estados Unidos, donde constituye el segundo destino de la producción de maíz. Desde el punto de vista geográfico, Estados Unidos y China lideran la producción mundial de maíz. La Unión Europea, con sus 53 millones de toneladas de maíz en grano y mazorca, ocupa el quinto puesto tras Brasil y Argentina. A su vez, España ocupa el séptimo lugar en producción de maíz en la Unión Europea.
El cultivo de maíz en España: la gran evolución y sus factores limitantes
En España, el cultivo del maíz ha experimentado grandes cambios desde mediados del siglo XX. Principalmente a partir de la década de los 80, cuando “apretó el acelerador”. Este despegue fue posible gracias al uso de nuevos productos fitosanitarios juntamente con los nuevos híbridos que habían llegado al mercado.
Estos grandes aumentos vinieron, como era de esperar, al generalizarse el cultivo de maíz en regadío. De hecho, actualmente en nuestro país este cultivo es uno de los más importantes en cuanto a superficie dentro de los sistemas de regadío. Con 3,7 millones de toneladas producidos en 2022, los principales factores que limitan el aumento de la superficie cultivada y el rendimiento en España son la disponibilidad de agua y la rentabilidad económica.
El reto que afrontan los productores de maíz
El maíz es un cultivo altamente productivo, que requiere la gestión adecuada de la cantidad de agua, nutrientes, fitosanitarios y la aplicación de estas en los momentos clave, junto con el uso de teledetección y sistemas de agricultura de precisión, que permiten satisfacer mucho mejor las necesidades del cultivo.
Aprovechar hasta la última gota
Este debería ser el lema de cualquier productor, en un país donde es precisamente en el periodo de mayor sequía cuando se cultiva el maíz. Una cantidad suficiente de agua además de favorecer el crecimiento y rendimiento de las plantas permite aumentar las densidades de siembra, aumentando así considerablemente el rendimiento por hectárea.
El uso de cubiertas vegetales bien gestionadas permite aprovechar mucho mejor el agua de lluvia, ya que al frenar al agua en superficie aumenta su infiltración hacia el suelo. Esta capacidad de infiltración y retención del agua se puede favorecer aún más utilizando la estructura natural del suelo. Para mejorar esta propiedad se puede recurrir a técnicas como el no laboreo, las rotaciones y las antes mencionadas cubiertas vegetales, ya que potencian el desarrollo de raíces todo el año y el aumento de la materia orgánica del suelo.
La importancia de conocer y aumentar la fertilidad del suelo
Muy ligado al manejo del agua se encuentra el manejo de los nutrientes. Los suelos ricos en arcilla y/o materia orgánica suelen ser fértiles, debido a su capacidad para retener de forma natural muchos nutrientes, que irá tomando el cultivo a medida que los necesite. El contenido de arcilla difícilmente puede incrementarse, algo que sí puede conseguirse con la materia orgánica mediante prácticas de agricultura de conservación y agricultura regenerativa. Por esta razón, los análisis de suelo y planta son fundamentales, ya que permiten evitar una sobre fertilización; práctica a evitar siempre si se quiere garantizar la sostenibilidad económica y medioambiental de la explotación.
Mejora genética, el otro pilar del rendimiento de las cosechas
Desde los años 60 se ha llevado a cabo una mejora muy importante en el potencial de rendimiento de los distintos híbridos frente a variedades tradicionales. Los nuevos híbridos aseguran mejores tasas de germinación y una mayor homogeneidad entre plantas, factores que facilitan el manejo integral de la parcela. Desde el punto de vista del rendimiento, las nuevas variedades mejoran la translocación de nutrientes hacia el grano y han conseguido un mayor tamaño de las mazorcas, con más granos y de mayor tamaño. Asimismo, los planes de mejora buscan una mayor resistencia de las plantas frente a estreses bióticos y abióticos.
Nuevas herramientas para afrontar nuevos retos
Mediante el uso combinado de cartografía específica (mapas de suelos, de rendimientos, predicciones meteorológicas, etc.) y los sensores montados en la maquinaria o en sistemas de teledetección es posible adaptar el uso de insumos a las peculiaridades de cada parcela y de cada momento, permitiendo así un ajuste mucho más fino que acaba generando un importante ahorro.
Por tanto, vista la magnitud del reto al que se enfrentan los productores de maíz, se hace casi imprescindible disponer de la mejor genética, de técnicos especializados y las herramientas digitales capaces de suministrar una información cada vez más precisa. En este sentido, Corteva pone a disposición de los agricultores Pioneer 360: un conjunto de servicios que incluye herramientas 4.0., como Granular Link, el apoyo técnico en manejo de riego, análisis de suelo y planes de abonado, un sistema de avisos de detección de plagas en tiempo real y el asesoramiento a lo largo de todo el ciclo del cultivo. De esta manera combina las nuevas tecnologías con la amplia experiencia en cultivos de riego (especialmente en maíz) de los técnicos del Servicio Agronómico Pioneer.