El arroz es uno de los principales alimentos de la humanidad. El grano de arroz descascarillado constituye su principal aprovechamiento para alimentación humana, se calcula que la mitad del planeta lo considera básico en su dieta, especialmente en países subdesarrollados.
El arroz no es una planta acuática, pero puede vivir en suelos secos e inundados. En la mayoría de los casos, el arroz se cultiva en parcelas inundadas, solo en zonas con muy alta pluviometría, este cereal puede crecer como cualquier otro. La planta del arroz es muy susceptible a la salinidad en ciertos momentos, como el de creación de la panícula, donde se ha observado que se generan menos granos de arroz por planta, reduciendo por ende el rendimiento cuando la salinidad aumenta.
Ventajas de la inundación en el cultivo de arroz
El cultivo en parcelas inundadas mejora los rendimientos por hectárea del cultivo. Las principales son: la lámina de agua actúa como regulador de temperatura, un punto clave cuando el cultivo está en fase de germinación y las temperaturas pueden ser bajas.
El medio acuoso hace que el pH del suelo sea más neutro (pH7) generando una mayor disponibilidad de nutrientes para la planta mejorando su crecimiento y fortaleza. La planta del arroz puede vivir inundada, no así malas hierbas y malezas que no proliferan en estas condiciones de humedad, con lo que la inundación se evita, tener que utilizar herbicidas. Algunas plagas (orugas, chinches…) que afectarían a la planta de arroz cultivada en secano, no sobreviven al encharcamiento. El encharcamiento sirve de transporte de oxígeno para las raíces.
Preparación de los campos para el cultivo
Las labores de preparación de los campos se inician a finales de invierno y primavera, con el fangueo, que consiste en incorporar la paja y restos del cultivo al suelo. Aunque si se observa que la descomposición y mineralización de los compuestos orgánicos en el suelo es muy lenta, sería deseable comenzar con estas labores en otoño y añadir compuestos nitrogenados al sustrato.
Cada dos o tres años es necesario realizar un volteo de tierras, sin profundizar más de 20 cm. para favorecer el desarrollo de raíces en el cultivo inundado del arroz. La tierra tiene que quedar algo rugosa por el mismo motivo, favorecer la raíz. Es muy recomendable nivelar con láser los campos anualmente para homogeneizar la altura de encharcado.
Manejo del agua en un cultivo de arroz
La planta de arroz necesita un importante aporte de agua para su crecimiento, por lo que es necesario optimizar su uso mediante un manejo agronómico muy preciso de los campos. Es necesario un correcto mantenimiento de los canales de distribución de agua para evitar fugas. La correcta nivelación de cada una de las parcelas facilitará las labores posteriores de manejo. Por ejemplo, se recomienda el movimiento de agua dentro de las parcelas, sobre todo en las horas centrales del día cuando las temperaturas son muy altas. Así consta en el Manual de buenas prácticas en el cultivo del arroz, editado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias.
Es necesario conocer los niveles óptimos de agua en cada fase del cultivo, tanto por el ahorro que pueda suponer de recursos hídricos como por el efecto en el crecimiento de la planta que puede resultar si se mantienen niveles de agua demasiado altos como bajos.
Proyectos de ahorro de agua en el cultivo de arroz
La siembra en seco o enterrada del arroz supone un ahorro de agua considerable, pues reduce entre 3 y 6 semanas el periodo de inundación del cultivo, suponiendo un ahorro total de agua de entre un 8-10% frente al sistema tradicional. También supone un ahorro de hasta un 30% en semilla, ya que esta no se ve afectada por determinados insectos, caracoles e incluso patos que sí actúan en la parcela inundada.
El problema reside cuando el campo en el que se realiza esta siembra en seco tiene parcelas vecinas inundadas, pues la capa freática asciende y la salinidad es mayor en un momento en el que la semilla es muy susceptible a este factor. El éxito de esta técnica también está a merced de la climatología, pues se obtienen mejores resultados si ha llovido en las semanas anteriores a la siembra.
El riego por goteo se plantea como una solución muy razonable en un contexto de sequía generalizada, pues supone un ahorro de entre un 40 a 60% frente al sistema tradicional. Al colocar sondas de humedad en el suelo se pueden controlar las necesidades hídricas del cultivo en cada fase y responder con el riego justo.
Es un modelo de optimización del riego muy conveniente, que además permite la aplicación de fertilizante de un modo más uniforme. Sin embargo, se crean algunos hándicaps, como por ejemplo que la instalación de un sistema de cintas de goteo en la parcela impide acceder a la misma con tractores para hacer los tratamientos fungicidas que precise el cultivo.
El riego intermitente es una de las formas más habituales de cultivo tanto en el Sudeste Asiático como en el Delta del Ebro. Es una técnica de riego de precisión que necesita un seguimiento intensivo del cultivo para determinar los momentos en los que se inicia y finaliza el riego sin que se ponga en riesgo el crecimiento de la planta. Las parcelas tienen que estar perfectamente niveladas para que el agua circule con rapidez.
Estas tres alternativas al sistema clásico de cultivo por inundación con el objeto de ahorrar agua han sido estudiadas por el IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Cataluña) junto a la Universidad de Gerona y productores de arroz de Pals (Gerona) y Delta del Ebro (Tarragona).
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