Según la FAO, la seguridad alimentaria implica que “todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias, a fin de llevar una vida activa y sana”
Es un objetivo prioritario para el planeta y, al mismo tiempo, complejo puesto que tiene en cuenta las necesidades nutricionales de los consumidores en todas las etapas de la cadena alimentaria, desde la producción, la manipulación posterior a la cosecha, el procesamiento, la venta y el consumo. Pero ¿cómo garantizar este nivel de seguridad de los alimentos en cualquier parte del planeta?
Normativa
La Unión Europea cuenta con una serie de reglamentos y normas para garantizar la higiene de los alimentos, la salud y el bienestar de los animales, la sanidad vegetal y la prevención de los riesgos de contaminación por sustancias externas. La política de seguridad alimentaria de la Unión Europea se rige principalmente por los artículos 168 (salud pública) y 169 (protección de los consumidores) del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.
El objetivo de la política de seguridad alimentaria de la UE es proteger a los consumidores, al tiempo que se garantiza el buen funcionamiento del mercado interior. La legislación de la UE abarca toda la cadena alimentaria —«de la granja a la mesa»— de forma integrada y aplicando el concepto «Una sola salud». Trata los aspectos de seguridad que abarcan la producción primaria, las condiciones de higiene en la elaboración de los alimentos, el envasado, el etiquetado y los controles oficiales sobre el cumplimiento de la normativa relativa a seguridad alimentaria.
Se realizan estrictas comprobaciones en cada fase, y las importaciones (por ejemplo, carne) procedentes de fuera de la UE deben cumplir las mismas normas y someterse a las mismas comprobaciones que los alimentos producidos en la UE.
El primer paso que puso en marcha la Unión Europea durante su anterior mandato fue el de establecer la estrategia «de la granja a la mesa», que pretende acelerar la transición a un sistema alimentario sostenible. Una acción que forma parte del Pacto Verde Europeo y que se desarrolla en colaboración con la Estrategia de la UE sobre biodiversidad de cara a 2030.
Con ello se busca que la producción de alimentos dentro del marco de los 27 tenga un impacto medioambiental neutro o positivo; contribuya a mitigar el cambio climático y se adapte a sus impactos; revierta la pérdida de biodiversidad; garantice la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud pública, velando por que todas las personas tengan acceso a alimentos nutritivos, sostenibles, seguros y en cantidad suficiente; preserve la asequibilidad de los alimentos, al tiempo que se genera un rendimiento económico más justo, se fomenta la competitividad del sector de suministro de la UE y se promueve el comercio justo. Por todo ello, se han fijado una serie de objetivos que deberían alcanzar su total desarrollo en el calendario de 2030.
Sanidad vegetal
Dentro del Pacto Verde Europeo se ha fijado como objetivo la reducción del 50% del uso y riesgo de productos fitosanitarios químicos y de reducción del 50% del uso de los productos fitosanitarios más peligrosos.Con respecto a los nutrientes, el objetivo marcado es el de disminuir la pérdida de nutrientes al menos en un 50 % mientras se garantiza que no haya pérdida de fertilidad en el suelo y se reduce el uso de fertilizantes al menos en un 20 %. Los países de la Unión Europea han planteado también que, al menos el 25 % de la tierra cultivable, se dedique a la agricultura ecológica. También en España se cumplen una serie de protocolos en aras del cumplimiento de la normativa comunitaria.
En base al Reglamento (CE) 178/2002 sobre Seguridad Alimentaria, al Reglamento (CE) 852/2004 sobre higiene de los productos alimenticios, y al Reglamento 183/2005 sobre higiene de los piensos, se requiere que los Estados Miembros dispongan de un registro de explotaciones agrícolas, unas guías de prácticas correctas de higiene, y el mantenimiento de un programa de control de la producción primaria agrícola. Dichos instrumentos servirán como base para establecer un sistema que pueda garantizar la higiene y la trazabilidad de la producción primaria agrícola, con el fin de que se pueda actuar de manera rápida y eficaz ante alertas que puedan poner en riesgo sanitario la salud del hombre o de los animales.
Además, en base a los artículos 7 del Reglamento (CE) N.º 852/2004 del Parlamento Europeo y del Consejo de 29 de abril de 2004, relativo a la higiene de los productos alimenticios y 20 del Reglamento (CE) N.º 183/2005 del Parlamento Europeo y del Consejo de 12 de enero de 2005, por el que se fijan requisitos en materia de higiene de los piensos, el fomento para la elaboración y difusión de las Guías de Prácticas Correctas corresponde a los Estados Miembros. Por todo ello, desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en colaboración con el sector (ASAJA, AFHSE, COAG, COEXPHAL, Cooperativas Agroalimentarias de España, FEPEX y PROEXPORT), se ha publicado la Guía de Buenas Prácticas de Higiene en la Producción Primaria Agrícola.
El seguimiento de esta guía es voluntario, por lo tanto es un instrumento que se pone a disposición de los agricultores para facilitar el cumplimiento de los requisitos y obligaciones en materia de higiene establecidas en el llamado “paquete de higiene” y en el Real Decreto 9/2015, de 16 de enero, por el que se regulan las condiciones de aplicación de la normativa comunitaria en materia de higiene en la producción primaria agrícola y minimizar con ello, los riesgos de contaminación de sus cultivos y cosechas y los riesgos sanitarios para el consumidor final.