Blog •  04.08.2022

Seguir la huella hídrica como medida de combate al cambio climático

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Huella hídrica Corteva

Escrito por Silvia Raso, periodista agroalimentaria

  • La falta de agua es uno de los problemas globales según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se espera que esta escasez se intensifique como resultado del cambio climático y el aumento de la temperatura global.  

  • Por su alta implicación, la agricultura es una de las actividades que más causa y sufre sus consecuencias, poder conocer la huella hídrica de cada cultivo, a través del uso de la tecnología y la digitalización son el camino del sector para lograr la conservación de la biodiversidad y a la seguridad alimentaria de los cultivos frutales y vegetales. 

La escasez de agua es ya uno de los problemas globales más relevantes y complejos a nivel mundial y, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se espera que se intensifique como resultado del cambio climático y el aumento de la temperatura global que actualmente se está viviendo.

La agricultura es a la vez una de las principales causas y una de las principales víctimas de la escasez hídrica. Por ello, este sector trabaja a nivel público y privado con estrategias de digitalización en la implementación de tecnologías de vanguardia que permitan afrontar esta problemática haciendo un uso más eficiente de este recurso tan valioso. 

Si un agricultor pudiese conocer cuál es el mejor momento para el riego y la cantidad exacta de agua que necesita su cultivo cada día, podría realizar un riego óptimo, evitando las aplicaciones de agua innecesarias y haciendo un uso más preciso y eficiente del agua. Es decir, podría seguir la huella hídrica de su cultivo.

La huella hídrica de un cultivo

La huella hídrica es un concepto creado en 2002 por los investigadores de la Universidad de Twente (Países Bajos) Arjen Hoekstra y Mesfin Mekonnen, los cuales fijaron esta variable para obtener información valiosa sobre el consumo real de agua y los usos que hacemos de ésta, desde las fuentes superficiales y subterráneas pasando por toda la cadena de producción y distribución hasta llegar al producto final, que puede ser un tomate, o un pantalón vaquero.

En el ámbito agroalimentario, la huella hídrica se refiere a la cantidad de agua empleada en el ciclo de vida de un cultivo, ya sea frutal o vegetal, y habría que medir el agua potable utilizada en los procesos de producción, cultivo, limpieza, envasado de cualquier tomate o cítrico de nuestros campos.

A nivel de cultivo y para uso de los agricultores, destacan diferentes trabajos de aplicación muy práctica que ayudan en la toma de decisiones de riego. Entre ellos el del equipo de la Universidad de Córdoba, formado por los investigadores Carmen Flores, Rafael González, Pilar Montesinos y Emilio Camacho, que han desarrollado un sistema de apoyo que realiza una programación óptima del riego para siete días mediante el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s) y a partir de predicciones climáticas, información de sensores de humedad y contadores de riego instalados en campo e información característica de la propia finca.

Equipo UCO
Equipo UCO
Equipo UCO
Equipo UCO

Esta herramienta, diseñada para cultivos leñosos en exterior y hortícolas de invernadero, permite no sólo programar el riego, sino que también hace un análisis del riego realizado durante toda la campaña y permite obtener un inventario de Huella Hídrica del cultivo en cuestión. “Con toda esta información recabada por los dispositivos se hace un inventario del agua utilizada, que junto con la información de las necesidades hídricas del cultivo en la campaña permite realizar un análisis del nivel de adecuación del riego aplicado, lo que a su vez facilita la detección de ineficiencias” explica la investigadora Carmen Flores a la Fundación Descubre.

Este modelo se probó durante una campaña en una finca de naranjos y un cultivo de tomate de invernadero, aunque también se adaptó para olivar y otros hortícolas en invernadero como berenjena, pimiento y pepino.

Como resultados, en el caso del tomate se comprobó que la recomendación de riego del modelo y el riego realizado por el regante en el invernadero eran prácticamente iguales y se ajustaban bastante a las necesidades reales del cultivo. Sin embargo, en el caso del naranjo la comparación entre el manejo real y la recomendación del modelo desarrollado muestran que, ante un mismo consumo de agua de riego, las diferencias en el manejo de este (en cuanto a frecuencia y duración de lo evento de riego), afectan al aprovechamiento del agua en el suelo. También se demostró que la aplicación de estrategias de riego deficitario controlado permite reducir hasta un 20% el uso de agua para riego.

Este sistema determina cuál es el momento óptimo para regar y la cantidad exacta de agua que necesita el cultivo” resalta la investigadora. Además, gracias a las TIC’s y la información tomada en tiempo real por los dispositivos de monitorización instalados en campo, el modelo va actualizando diariamente la información de la programación de riego, que variará en la medida que lo haga el contenido de humedad en el suelo y las predicciones climáticas y de precipitación. 

Con un largo camino por recorrer, tras la pandemia y con el cambio climático a contracorriente, el uso de I+D y de Big Data conllevarán a la conservación de la biodiversidad y a la seguridad alimentaria de los cultivos frutales y vegetales.

La Firma Invitada

Silvia Raso

Silvia Raso

Periodista Agroalimentaria

CortevaTalks

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