Esta herramienta, diseñada para cultivos leñosos en exterior y hortícolas de invernadero, permite no sólo programar el riego, sino que también hace un análisis del riego realizado durante toda la campaña y permite obtener un inventario de Huella Hídrica del cultivo en cuestión. “Con toda esta información recabada por los dispositivos se hace un inventario del agua utilizada, que junto con la información de las necesidades hídricas del cultivo en la campaña permite realizar un análisis del nivel de adecuación del riego aplicado, lo que a su vez facilita la detección de ineficiencias” explica la investigadora Carmen Flores a la Fundación Descubre.
Este modelo se probó durante una campaña en una finca de naranjos y un cultivo de tomate de invernadero, aunque también se adaptó para olivar y otros hortícolas en invernadero como berenjena, pimiento y pepino.
Como resultados, en el caso del tomate se comprobó que la recomendación de riego del modelo y el riego realizado por el regante en el invernadero eran prácticamente iguales y se ajustaban bastante a las necesidades reales del cultivo. Sin embargo, en el caso del naranjo la comparación entre el manejo real y la recomendación del modelo desarrollado muestran que, ante un mismo consumo de agua de riego, las diferencias en el manejo de este (en cuanto a frecuencia y duración de lo evento de riego), afectan al aprovechamiento del agua en el suelo. También se demostró que la aplicación de estrategias de riego deficitario controlado permite reducir hasta un 20% el uso de agua para riego.
“Este sistema determina cuál es el momento óptimo para regar y la cantidad exacta de agua que necesita el cultivo” resalta la investigadora. Además, gracias a las TIC’s y la información tomada en tiempo real por los dispositivos de monitorización instalados en campo, el modelo va actualizando diariamente la información de la programación de riego, que variará en la medida que lo haga el contenido de humedad en el suelo y las predicciones climáticas y de precipitación.
Con un largo camino por recorrer, tras la pandemia y con el cambio climático a contracorriente, el uso de I+D y de Big Data conllevarán a la conservación de la biodiversidad y a la seguridad alimentaria de los cultivos frutales y vegetales.