Cuando hablamos del problema de las malas hierbas y de la necesidad de establecer medidas para combatirlas y evitar su proliferación, más que pensar en la búsqueda de un método de control concreto, debemos plantear la respuesta dentro del concepto de gestión integrada de malas hierbas (GIMh), incluyendo, además de otras estrategias de manejo, el uso de herbicidas como medida de control.
Hablar de manejo integrado no se trata de utilizar distintas estrategias de manejo sin más, sino que, en base al conocimiento de la biología de la mala hierba, poder establecer una práctica cultural que permita, no sólo reducir el tamaño de la población arvense que pueda emerger sino, más importante aún, hacer el tratamiento herbicida lo más eficaz posible (Recasens, 2016).
Eficacia herbicida según el desarrollo fenológico
En el momento de decidir la realización de una aplicación herbicida, al igual que se tiene en consideración la especificidad de las especies que se quieren combatir, debe tenerse en cuenta también el estado fenológico de la población, es decir, su sensibilidad.
Con el objetivo de resaltar la importancia de llevar a cabo una adecuada aplicación herbicida, de acuerdo con el estado de desarrollo de la mala hierba, exponemos a continuación dos ejemplos. Para ello escogemos dos de las principales malas hierbas de nuestros cereales de invierno, una gramínea, el bromo (Bromus diandrus), y una dicotiledónea, la amapola (Papaver rhoeas).
Suponemos una aplicación de un herbicida de postemergencia, para cada especie, en dos momentos distintos: uno de ellos en un estado de desarrollo precoz, con 2-3 hojas (F1), y el otro en un momento más avanzado, con 6-8 hojas (F2).
Cuadro I. Densidades de Bromus diandrus y Papaver rhoeas y estados fenológicos en el momento de realización del tratamiento herbicida.
Los tratamientos herbicidas propuestos son: para bromo el herbicida Broadway Star a una dosis de 265 g/ha más adyuvante; para amapola, el herbicida Intensity a una dosis de 33 g/ha (cuadro II).
Cuadro II. Eficacias estimadas en un cultivo de trigo de los herbicidas Broadway Star e Intensity para bromo y amapola en dos estados fenológicos distintos: f1: 2-3 hojas; f2: 6-8 hojas.
Para el cálculo de las eficacias esperadas utilizamos el Sistema de Ayuda a la Decisión IPMwise (Montull et al., 2015) (www.ipmwise.es).
Los resultados obtenidos (cuadro II) nos indican que tomar la de cisión de aplicar el herbicida cuando la mala hierba presenta un desarrollo un poco más avanzado, comporta un descenso de la eficacia en un 10% en el caso de bromo y en un 27% en el caso de amapola.
Pérdida de rendimiento e implicaciones económicas
Para nuestro ejemplo, suponemos un rendimiento potencial esperado para el cultivo de trigo de 4.000 kg/ha.
En el caso de bromo, la pérdida de rendimiento estimada por planta es de 0,66% (HGCA, 2009), por lo que la pérdida causada por las 12 plantas supervivientes será de un 8%, es decir unos 320 kg/ha, mientras que si son 27 las plantas que no son eliminadas esa pérdida será de un 18%, unos 720 kg/ha (cuadro III). Estas diferencias equivaldrán a unos rendimientos de 3.680 kg/ha o de 3.280 kg/ha. Si estimamos un valor medio de la cosecha de 180 €/t, esos 400 kg/ha de menos que se habrán cosechado en el momento de aplicación tardío implicarán una pérdida económica de 72 €/ha respecto a la aplicación temprana.
Cuadro III. Pérdidas de rendimiento en un cultivo de trigo causadas por las plantas supervivientes de bromo y de amapola en dos momentos fenológicos distintos de la mala hierba: f1: 2-3 hojas; f2: 6-8 hojas
Para el caso de amapola, los valores de pérdida de rendimiento estimada por planta son de un 0,3% (Ingle et al., 1997). Según la distinta eficacia del herbicida la pérdida de rendimiento será de 72 kg/ha cuando sobreviven 6 pl/m2, o de 720 kg/ha, cuando las plantas supervivientes son 60 (cuadro III). Estas diferencias equivaldrán a unos rendimientos de 3.928 kg/ha o 3.280 kg/ha, respectivamente. Si estimamos el mismo valor de cosecha de trigo que en el caso anterior (180 €/t) los 648 kg de menos que se habrán cosechado en el momento de aplicación tardío implicarán una pérdida económica de 116,64 €/ha respecto a la aplicación temprana.
Estos datos ponen de relieve la importancia de llevar a cabo los tratamientos herbicidas en el momento en el que la mala hierba muestra mayor sensibilidad, que suele coincidir con estados juveniles de desarrollo, en 2-3 hojas.