P: SIGFITO se encarga de la gestión de los envases agrarios, ¿pero qué pasa con el resto de los residuos que el agricultor genera?
RP: Este es un tema de enorme complejidad en el que SIGFITO lleva trabajando muchos años. El agricultor genera muchos tipos de residuos como consecuencia de su actividad profesional como son, EPIS, producto caducado, plásticos agrarios, ensilados, tuberías para el riego, etc. De todos estos, sólo puede llevar al punto de recogida los envases de SIGFITO, para el resto tiene que contratar a un gestor autorizado para que vaya a su explotación a retirarle los residuos y posteriormente realizar múltiples trámites administrativos. El problema es que el agricultor no conoce esta información y en la mayoría de los casos no sabe qué hacer con estos residuos.
P: ¿Por qué SIGFITO no los puede recoger? Sería mucho más fácil.
RP: La actual Ley de Residuos y Suelos Contaminados no lo permite. Sabemos que ahora se está cociendo la nueva normativa para la que SIGFITO ha realizado, en conjunto con el sector, alegaciones para que, si por lo menos no se permite una gestión integral de todos los residuos, por lo menos se reconozcan determinados flujos que son un problema para el medio ambiente. La Administración central no debe dejar en un segundo plano la problemática que existe con los residuos en el sector agropecuario. Se debería formar a los agricultores y ganaderos sobre qué hacer con los residuos para que puedan cumplir con la normativa y preservar el medio ambiente, esta es la única manera de fomentar la olvidada economía circular.
P: En perspectiva, ¿cómo se comportan las nuevas generaciones ante el reto climático que existe en la agricultura, y sobre todo teniendo en cuenta que la legislación es tan difícil de cumplir?
RP: El ámbito agrario está teniendo distintos despertares que lo están dotando de una evolución sorprendente. Pese a que ha estado en riesgo el cambio generacional en la agricultura, hay una nueva corriente de jóvenes que deciden dedicarse a ella por vocación, como cualquier otra profesión. Eso sí, ahora disponen de más preparación para gestionar una explotación y, dentro de esa gestión, la mayor de las preocupaciones es la conservación del medio ambiente, ya que es fundamental para que puedan desempeñar lo que más les apasiona, su trabajo, que es alimentar al mundo. Los jóvenes agricultores son conscientes que el cambio climático es una realidad y que la producción debe adaptarse a las exigencias climáticas que pasan por realizar prácticas sostenibles.
Otro cambio en el sector que quiero resaltar es el papel, cada vez más presente, que tiene la mujer rural como profesional en la agricultura, capaz de gestionar y dirigir por si sola una explotación agraria.
En definitiva, el mundo agrario está cambiando a mejor y es hora de que la sociedad le reconozca su labor.