Cosecha corta, pero de gran calidad. Esa parece la tónica de la vendimia 2021 a lo largo y ancho de la geografía española. Y lo cierto es que no está mal, si tenemos en cuenta cómo se ha desarrollado el año, tanto en lo agroclimático, como en la evolución del consumo y de los mercados.
Evidentemente, la reducción de cosecha era previsible considerando los diferentes sucesos climatológicos que, casi sin respiro entre unos y otros, hemos ido encadenando desde el inicio de 2021. Danas, inundaciones, heladas o sequía, han sido algunas de las inclemencias que han condicionado la evolución del viñedo desde el mes de enero, influyendo en la cosecha final. Sin embargo, si la climatología ha sido la principal responsable de la merma productiva, también nos ha permitido conseguir uva de gran calidad, sana y equilibrada. La diferencia térmica entre el día y la noche ha permitido maduraciones progresivas, sin prisas, que esperemos permitan elaborar caldos de gran calidad.
A falta de los datos definitivos, la estimación de producción nacional de vino y mosto en 2021 se situará cercana a los 39 millones de hectolitros, lo que supondría un retroceso del 15%-16% respecto de la alcanzada en 2020 (46,49 Mhl), y un 7%-8% por debajo de la media de las últimas cinco campañas.
Si bien el balance productivo total respecto de 2020 es negativo, no todas las zonas productoras han experimentado pérdidas ya que, según las diferentes previsiones autonómicas, Cataluña (# 7%-8%), Galicia (# 22%-23%), Andalucía (# 6%-7%), Baleares (# 12%-13%), Canarias (# 2%-3%) y Cantabria (# 2%-3%) producirán más vino y mosto que en la campaña anterior. Sin embargo, estos incrementos no han sido suficientes para compensar la fuerte disminución de Castilla La Mancha, primera zona productora española con el 57% del total, que este año se quedará con, aproximadamente, un 23% menos que en 2020, cifra que lastra notablemente la producción nacional.
El resto de las comunidades autónomas, Extremadura ($ 22%-23%), Castilla y León ($ 4%-5%), la Comunidad Valenciana ($ 22%-23%), La Rioja ($ 2%-3%), Aragón ($ 18%-19%), Murcia ($ 10%-11%), Navarra ($ 7%-8%), País Vasco ($ 2%-3%), Madrid ($ 9%-10%) y Principado de Asturias ($ 1%-2%), también verán mermada, en mayor o menor medida, su producción de vino y mosto para la campaña 2021-2022.
Pero, como suele decirse, “no hay mal, que por bien no venga”. Si consideramos los efectos de la pandemia, las existencias de vino y mosto almacenadas a finales de julio 2021 (> 39 MHl) y la lenta recuperación del consumo, la menor producción alcanzada en la actual vendimia podría ser favorable para evitar un exceso de oferta en el mercado, circunstancia que, previsiblemente, provocaría una caída de precios poco conveniente para un sector muy afectado por los efectos del COVID-19.
Sin embargo, al igual que ocurre con otros muchos sectores agroalimentarios, el del vino es un mercado global y, por tanto, la producción nacional española debe también valorarse fuera de nuestras fronteras. En este sentido, según el último informe de estimaciones para la campaña 2021-2022 de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), la producción mundial de vino – sin considerar mosto ni zumo de uva- alcanzaría de media los 250 millones de hectolitros; esta cifra, supondría un descenso del 4% respecto de la campaña 2020-2021 y quedaría un 7% por debajo de la media de los últimos 20 años. En este contexto, España, con 35 Mhl de vino, se situaría como el segundo productor a nivel mundial, por detrás de Italia, que produciría 44,5 Mhl ($ 9%), y por delante de Francia, que alcanzaría los 34,2 Mhl ($ 27%).
Por tanto, los descensos de Italia y Francia, unidos a la recuperación de las exportaciones (granel, mosto y envasado) y la tímida mejoría del consumo, hacen que, en principio, el escenario para el sector vitivinícola español sea favorable.
Un escenario en el que cobra especial importancia el comportamiento de las exportaciones y que, según el análisis del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), muestran una clara recuperación respecto a los datos de 2020, motivados en gran medida por la supresión de los aranceles de Estados Unidos y la apertura del canal HORECA. De esta forma, las cifras interanuales de ventas de productos vitivinícolas al mercado exterior en los meses comprendidos entre julio 2020 y julio 2021, se fijan en 29,7 Mhl, un 15,4% más que en el periodo anterior y con un incremento de facturación de 216 millones de euros.
En lo que al precio de la uva se refiere, se ha ido incrementando a medida que se confirmaban la menor producción y la reactivación de los mercados, y se intensificaban las protestas de los productores, que reclamaban precios acordes con la situación de mercado y el coste de producción. En Castilla La Mancha, zona de referencia vitivinícola por el porcentaje que representa en el total producido, los precios se situaron al inicio de la vendimia cerca de un 15% por encima de los registrados en la campaña precedente, incrementando los importes a medida que avanzaba la vendimia. Los precios iniciales se situaron entre 0,30 y algo más de 0,40 euros por kilo para variedades como la Chardonnay, Merlot o Cabernet, mientras que la Airén cotizó, de media, sobre los 0,15 euros.
En otras zonas productoras importantes como Extremadura se comenzó pagando los blancos a 0,17 €/kilo, y los tintos a 0,22; en Cataluña, los precios medios se han situado en 0,33 €/kilo, y en La Rioja, se han manejado cifras de entre 0,60 y 0,70 euros, algo inferiores a las pagadas en Ribera del Duero, donde los precios medios iniciales se situaron entre los 0,70 y los 0,80 €/kilo.
Por tanto, una vendimia en la que se ha ido recuperando la normalidad en los mercados, que será recordada por la calidad de sus vinos y que deja a España como segundo productor mundial en volumen, y tercero en facturación, con el precio -tanto de compra de uva, como de venta de vino- como una de las grandes asignaturas pendientes del sector vitivinícola.