Lidya Domínguez, nació en Tegueste, en la isla de Tenerife. Su padre, propietario de una bodega, pudo suponer uno de los alicientes que le llevaron a estudiar enología en La Rioja. No fue el único. Unas fincas abandonadas propiedad de su madre en Fasnia fueron la tierra en la que vio la luz ‘Aires del Apartadero’, un proyecto de agricultura ecológica presentado en envases biodegradables fabricados con almidón de patata, dedicado al cultivo de la frambuesa y, en menor escala, la mora, el durazno, el aguacate y el higo, aunque también el melón, la sandía y algunas hortalizas.
“Después de una trayectoria durante 10 años trabajando en una bodega, me sentía encerrada entre cuatro paredes, y sentía que había mucho más fuera de ahí. Sin saber muy bien, porque nunca me lo planteé, las cosas se fueron dando para llegar a este lugar que tanto amo. Ahora estoy en contacto los ritmos naturales del ser humano, que son los mismos de la naturaleza y aquí siento mucha libertad. Para mí, todo esto, es pura medicina”.
Actualmente, en las Islas Canarias se superan las 2.000 hectáreas y hay inscritos más de 800 agricultores dedicados a la producción ecológica.
Desde un principio, Lidya tuvo claro que su labor debía ser respetuosa con el medio ambiente, con la flora endémica de la zona y con el kilómetro 0, ya que la mayor parte de la producción que llega a la isla proviene de la Península y genera una considerable huella ecológica.
“Con mi producción sólo abarco una parte de la isla, y me llaman de otras islas interesados. Además, también la fruta es solicitada por empresas para elaboración de subproductos”.
Convertirse en agricultora no fue una decisión que llegara de improviso. La estuvo mediando durante mucho tiempo, valoró pros y contras, y asumió el riesgo que toda apuesta de este tipo puede conllevar. Más siendo mujer. Con todo ello, Lidya, no encontró unas dificultades diferentes a la de un hombre a la hora de ponerse en marcha.
“No creo, desde mi experiencia, que me resultara más difícil comenzar por el hecho de ser mujer. Es verdad que vengo también de un sector muy masculinizando como es el mundo del vino, y puede ser una de las razones por las que nunca me sentido diferencias”.
En su papel como agricultura siempre ha tenido claro el poder aunar la tradición en las labores de cultivo con la innovación. Su finca de Fasnia, en el sureste de la isla de Tenerife, recibió el Premio a la Innovación en la Actividad Agraria a nivel nacional.
“Para mí es importante ser semilla de la nueva humanidad. Es decir, colaborar y concienciar sobre qué mundo nos gustaría ver. Y, desde Aires del Apartadero poner esa semilla. ¿Cómo? Pues haciendo prácticas ecológicas que no dañen a quien nos sostiene al planeta, ni a los seres que lo habitan; no usar plásticos, sino envases biodegradablables; producir frutas que vengan de península y al cultivarlas aquí para reducir la huella de carbono”.
Para Lidya, no todo es producir. También es importante concienciar sobre una forma de agricultura como es la ecológica y un mayor contacto con la tierra y el entorno natural.
“Para mí también es vital, crear ese espacio dentro de la finca, y generar dinámicas para volver a conectar con el medio rural, con la agricultura, que tanta falta nos hace. Vivimos a ritmos muy acelerados y la naturaleza nos ayuda a sentirnos mejor. Y también, el conocer de cerca los cultivos de la finca. Y por otro lado en este espacio, dar su lugar a otras empresas para que puedan desarrollar su labor. Es decir, generar y crear sinergias y que la finca sea un lugar de hacer tribu de proyectos para entre todos avanzar”.
Para avanzar, nada mejor que mirar al futuro. Ahí, Lidya lo tiene claro. Son muchos los proyectos que tiene anotados en su cuaderno de campo relacionados tanto con la producción como con las visitas turísticas y la educación ambiental que forman parte del sello de la finca y de la firma.
“A día de hoy me reafirmo en que los proyectos agrícolas tienen muchas posibilidades de diversificación. Ahora me encuentro en ello trabajando en varios proyectos que espero que puedan ver la luz muy pronto. En breve saldrá un subproducto que estará elaborado con las frutas de la finca, además de con tres ingredientes más de otros proyectos de la isla. Y, por otro lado, estamos en fase de acondicionar mejor la finca para poder recibir visitas”.
El del Programa Puebla no es el primer galardón que recibe. De hecho, su actividad ha sido reconocida con diferentes premios como el Tercer Premio de Excelencia a la innovación en la actividad agraria del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en 2019 o el Premio Agrojoven 2019 del Cabildo de Tenerife en el apartado de Iniciativa Empresarial, además del reconocimiento del Ayuntamiento de la Villa de Tegueste. Reconocimientos que para Lidya, “Para mí, recibir reconocimientos como el de Corteva y ALAS a través de su programa Puebla, significan un apoyo enorme, una reafirmación, un avance… Mucha confianza para seguir adelante con una idea”.
