Blog •  09.05.2022

Agricultura de carbono y cómo la reducción de la huella exige un cambio de paradigma

Por: Carmen Carbonell 
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Huella de carbono
  • Las políticas agrícolas europeas invitan, aún de manera voluntaria, a calcular, compensar y reducir la huella de carbono, y esta nueva legislación comunitaria supone una oportunidad para los agricultores españoles.

 

  • El registro de huella de carbono expresa el compromiso de varias entidades agrícolas con la sostenibilidad ambiental, como es el caso de Corteva.

Los llamados gases de efecto invernadero son una de las principales preocupaciones de la Unión Europea, que se ha comprometido para 2050 en ser completamente neutra en carbono dentro del territorio comunitario. La reducción de emisiones, por tanto, invita a incentivar aquellas prácticas agrícolas que ayuden a crear modelos agrícolas y forestales a favor del clima.  

La agricultura del carbono está muy presente en el Plan Estratégico de la Política Agraria Común (PAC) porque en ella se definen esas prácticas que colaboran con el medio ambiente, como son la agricultura de conservación o el mantenimiento de cubiertas vegetales. Pero no solo se trata de mejorar las soluciones de producción agrícola (que son muy importantes, sin duda) sino que además tenemos que trabajar los tres pilares básicos para conseguir llegar a nuestro objetivo: Calcular, compensar y reducir.

¿Qué es la agricultura de carbono? Calcular, reducir y compensar

La agricultura tiene mucho que decir en materia de reducción de la huella de carbono. En primer lugar, por ser una entidad capaz de secuestrar dióxido de carbono (por lo que ejerce el papel ‘compensador’ en este ciclo). La agricultura de carbono es precisamente eso: aquella que está enfocada a ser eficiente y sostenible. Gracias a las buenas prácticas agrícolas se consigue emitir mucho menos CO2 (es decir, también logra ‘reducir’ esas emisiones). Es por eso que las políticas europeas están poniendo el foco en el sector primario, que en nuestro país supone más del 4% del PIB. Hemos de aprovechar nuestro potencial para reducir emisiones a la vez que incrementamos el secuestro de carbono en suelos agrícolas y forestales.

Está claro que el compromiso en la reducción de los gases invernadero es, por así decirlo, el primer paso. Sin embargo, la práctica actual se centra en otros dos puntos complementarios, que son: medir la cantidad de emisiones e intentar compensarlas. Esto se consigue mediante el fomento de proyectos de absorción de dióxido de carbono de la atmósfera. 

Aquí es donde la agricultura tiene mucho que decir, por su capacidad de sustraer el CO2 gracias a la biomasa de las plantas y el suelo. 

Pero no solo eso, mediante el impulso de la industria agraria se consiguen productos más sostenibles, que reducen considerablemente las emisiones que se hacen a la atmósfera. El objetivo es el de hacer productos fertilizantes, abonos, bioestimulantes y fitosanitarios que a la vez que promueven una agricultura más productiva, consiguen ser respetuosos con el medio ambiente, mediante la reducción de emisiones.

Buenas prácticas agrícolas para reducir las emisiones

En el marco de la llamada Agenda de Digitalización y el Plan de Recuperación, el Gobierno va a destinar 79 millones de euros a inversiones en agricultura de precisión. El objetivo es mejorar en las prácticas para gastar menos (ser más eficientes) y reducir la contaminación.

Por su parte, un gran número de empresas agrícolas también han contraído un compromiso con estas políticas de mejora. Es el caso de Corteva, mediante la creación de BioEficiencia, un nuevo concepto en el manejo de la fertilizaciónón sostenible con diferentes soluciones que promueven una agricultura más productiva y respetuosa con el medio ambiente. Así lo señala Manuel Melgarejo (presidente de Corteva Agriscience para España y Portugal): “Entendemos la agricultura del futuro como un conjunto, y por eso queremos tener las suficientes áreas de conocimiento que nos permitan promover una mejora global de las soluciones y la producción agrícola”.

Y es que en la fabricación de fertilizantes se encuentra un importante caballo de batalla de la agricultura de carbono. Los fertilizantes de síntesis tradicionalmente se consideraban altamente contaminantes por la energía que consumían en su elaboración. El alto precio de los combustibles, junto con las emisiones que se realizan a la atmósfera, han hecho que se busquen alternativas de fertilización. Y esas alternativas más ecológicas son ya una realidad.

De hecho, el objetivo tiene una doble vertiente: disminuir la huella de carbono y aumentar la rentabilidad de la agricultura. Es lo que los angloparlantes llaman un win-win (una iniciativa que es ganadora se mire por donde se mire). En este sentido circulan las nuevas tendencias agrícolas actuales, con el desarrollo de Apps inteligentes, como Granular Link, que nos ayudan a ser eficientes y sostenibles.

Huella de carbono: calcular, compensar y reducir

Continuando con lo que ya hemos señalado, no vale solo con reducir: tenemos que poner el foco también en calcular lo que emitimos, y compensarlo. La primera acción es conocer nuestro impacto en el medio. Posteriormente, hay que adquirir el compromiso de registrar la huella y trabajar para reducirla.

La Asociación Europea para la Innovación está creando grupos operativos específicamente destinados a proyectos para la reducción de la huella de carbono. En ese sentido, España es una privilegiada porque por nuestra geografía y clima nos permiten destinar buena parte del territorio a la agricultura. Los ecosistemas agrarios españoles son capaces de secuestrar gran cantidad de CO2, con lo que se convierten en amortiguadores naturales de la polución.

En España, de manera voluntaria, cualquier empresa se puede inscribir en el Registro de Huella de Carbono (establecido en 2014, conforme al Real Decreto 163/2014 de 14 de marzo). Se trata de un registro que busca promover que las empresas cuantifiquen y se comprometan a compensar los gases que emiten y, por otro lado, fomentar proyectos mejoren la capacidad de sumidero de carbono de España, convirtiendo a nuestro país (por su riqueza agrícola y forestal) en una herramienta de lucha contra el cambio climático. Una vez registrados en la lista, cualquier empresa (del sector que sea) puede apoyar diferentes proyectos que le ayuden a compensar sus emisiones, incluso llegar al 100% para lograr ser neutros en carbono. 

Del mismo modo, en este Registro de Huella de Carbono se pueden inscribir todos aquellos proyectos agrícolas y forestales que contribuyan a absorber CO2 (secuestrar emisiones de la atmósfera). Mediante estos acuerdos de colaboración se logra un certificado ambiental regulado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Hasta el momento, se trata de una certificación voluntaria, pero todos los indicadores nos llevan a pensar que para 2050 será obligatoria, conforme a las normativas comunitarias.

Pacto verde, una oportunidad para los agricultores

Iniciativas como las estrategias europeas ‘De la Granja a la mesa’ o ‘Biodiversidad UE 2030’ (componente fundamental del ‘Pacto Verde Europeo’) están enfocadas a reducir el impacto de la huella de carbono.

Los agricultores españoles son conscientes de que esas buenas prácticas agrícolas mejoran el suelo (que es el patrimonio real de cada explotación agrícola). Se trata, pues, de aprovechar la oportunidad que proporciona la legislación en materia de emisiones.

La certificación de los procedimientos agrarios vendrá bonificada en la PAC (recordemos que Europa quiere que el 25% de la agricultura en 2030 esté en ecológico). Sindicatos como ASAJA insisten en que no hace falta ir a terceros países para compensar la huella de carbono. Pedro Barato, presidente de ASAJA Nacional, insiste en que “existen proyectos agrícolas y ambientales suficientemente numerosos en nuestro país como para secuestrar las emisiones autóctonas”. Sin ir más lejos, la FAO tiene catalogados a los olivares de Sénia y la producción de pasas de uva en la Axarquía como Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM). 

En definitiva, hemos de aprovechar esta circunstancia para incluir nuestros ecosistemas agrarios como entidades capaces de contribuir a la reducción de la huella de carbono, a la vez que mejoramos las prácticas agrícolas para emitir menos CO2.

La Firma Invitada

Carmen Carbonell

Periodista Agroalimentaria

CortevaTalks

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