No por ser cíclicas, nos acostumbramos a la pertinaz sequía. Entre años con datos pluviométricos bajos o medios, suele haber otros con lluvias abundantes, cada vez más localizadas y a veces torrenciales. Una menor lluvia y el hecho de que sean localmente fuertes son dos características que se asocian a las previsiones de consecuencias del cambio climático según los estudios.
Ante esta situación, los profesionales del campo nuevamente tienen que demostrar su experiencia y su capacidad de adaptación, su resiliencia. Y para ello es fundamental analizar los recursos hídricos disponibles y usarlos lo más eficientemente posible, porque de ello dependerá no sólo la cosecha de lo que consigamos sembrar, sino incluso la supervivencia de muchos cultivos permanentes. Esto en el ámbito de la agricultura, porque la situación en la ganadería es más difícil aún con la ausencia de pastos naturales y el aumento del coste de los piensos.
Todo asesoramiento profesional es bueno para ayudar a realizar las labores agrícolas. Cada vez hay más herramientas técnicas que utilizan las nuevas tecnologías de cara a poseer más datos que nos permitan tomar las mejores decisiones. Es el caso de la plataforma Granular Link que Corteva Agriscience ha desarrollado para ponerla a disposición de los agricultores. Esta aplicación móvil ayuda a la gestión optimizada del riego, monitoriza los cultivos para conocer sus necesidades, estudia la incidencia de plagas o define las áreas por productividad y generar mapas de prescripción y aplicación variable quepermiten optimizar los insumos y reducir el impacto ambiental de las explotaciones de forma sencilla.
Otro proyecto innovador que podemos citar es Med-Gold cuyo objetivo a largo plazo de este proyecto es hacer que la agricultura europea sea más competitiva, resistente y eficiente frente al cambio climático; para ello se centra en los cultivos mediterráneos del trigo, olivar y viñedo.
Los riegos nos permiten también realizar labores como el abonado, algunos tratamientos y la fertilización. Por tanto, debemos adaptarlos a la disponibilidad de agua. Es fundamental el agua para el desarrollo de la planta cuando abonamos con nitrógeno porque supone crecimiento, por ejemplo.
Si hablamos de siembras anuales, debemos sopesar si tenemos el mínimo de agua suficiente para poder poner un determinado cultivo en la punta. Las plantaciones de arroz, por ejemplo, van a ser complicadas este año por la gran necesidad de agua. En cultivos hortícolas, debemos orientar la explotación también hacia plantas donde cruzar la variable de productividad con la de necesidad de agua. Volviendo a los cereales, los de secano van a tener un año complicado por la escasez de lluvia. Si disponemos de agua, debemos estar atentos a los momentos clave de estas plantaciones en su desarrollo. Podemos destacar dos momentos claves: la germinación y el desarrollo de los tallos que terminarán en espigas (ahijado), momento en que la planta lucha por desarrollar su descendencia. Si carece de agua, puede echar solo un tallo con la consiguiente pérdida de cosecha, caso del trigo o la cebada. Otro peligro crítico es el asurado o golpe de calor, en el que influye también los vientos muy cálidos. Cuando se produce el espigado, lo ideal es que se pase con normalidad por las tres fases, desde el grano lechoso pasando por el pastoso hasta el grano vítreo, momento en el que culmina el ciclo de este cultivo y que nos va a permitir determinar la calidad del grano. La falta de agua puede hacer que el grano se quede raquítico.
Así lo comenta Rafael Romero, responsable del Departamento Técnico Agrícola de Dcoop, a cuyo cargo tiene más de treinta técnicos y que aborda numerosos cultivos, principalmente leñosos. En todos los casos, como en el viñedo, debemos usar el agua disponible en el momento la floración. Hay cultivos como los cítricos donde dependiendo de la disponibilidad del agua debemos trabajar por la sobrevivencia del árbol o conseguir alguna cosecha. Más difícil lo tienen los subtropicales, con alta dependencia al agua y fuerte transpiración. Ante la escasez de agua, aquí se trata de intentar que no muera el árbol. Frente a la imposibilidad de lograr cosecha, se están dando casos en los que los agricultores están talando aguacates dejando solo la madera base y unas ramitas para hacer que la planta no tenga tanta necesidad de hidratar hojas y ramas, luchando porque pueda crecer a futuros. Las podaduras este año permiten reducir las necesidades hídricas al mermar el tamaño de la planta, reduciéndose la nutrición de las ramas y troncos.
Para el almendro, una dotación aceptable de riego de este cultivo se sitúa en el entorno de los dos/tres mil metros cúbicos por hectárea. Y según Romero, en el caso del olivo un momento crítico es el de la fase de endurecimiento de hueso, porque la conformación de una buena semilla va a poder permitir obtener una buena aceituna; estamos hablando hacia el inicio del verano. Después, si has de cortar el riego por tener poca agua, resérvala para septiembre para lograr un buen tamaño (fundamental en aceituna de aderezo) y posteriormente una buena generación de aceite. El olivo es un árbol de secano cuyas raíces tienden a expandirse y explorar para buscar agua. Esto no suele producirse en los de regadío, puesto que su base radicular gira entorno a los goteros, por lo que sufren mucho por la falta de agua. Una dotación mínima para llevar una producción a buen término se sitúa a partir unos mil metros cúbicos por hectárea. Al final, el olivo viene a ser una planta xerófita, acostumbrada a la aridez.
Para que el árbol no pierda agua y esté bien nutrido es fundamental controlar la relación entre sodio y potasio, usando este si está descompensado para evitar pérdidas de agua. La falta de calcio hace que el desarrollo vegetativo del olivo sea más endeble, con lo que sufrirá más por la sequía. Se trata de buscar fertilizantes que endurezcan la planta frente a una situación de estrés hídrico. Los abonados han de ir encaminados a que perdure la planta.
Con escasez de agua debemos hacer un seguimiento continuado de su estado, realizando análisis continuos para ver si es apta para riego. También un clima seco hace que haya generalmente menos enfermedades.
Por último, momentos de estrés hídrico como los actuales deben hacernos reflexionar a todos por la necesidad de realizar una mejor gestión hidrológica a futuros. Como sociedad en su conjunto, con el máximo consenso y para el beneficio económico de todos -especialmente el medio rural- hemos de definir líneas de actuación para aprovechar este recurso eficientemente. Y hay trabajos pendientes como la reutilización de las aguas de las depuradoras, el aprovechamiento del agua de las escorrentías, la mejora de las canalizaciones o el aprovechamiento del agua sobrante que se desborda y desperdicia en unas cuencas, cuando otras están sedientas.