En España el uso de productos biológicos ha experimentado un importante desarrollo en los últimos años en consonancia con las políticas comunitarias de sostenibilidad medioambiental.
El control biológico es una estrategia esencial dentro de la agricultura sostenible, ya que utiliza organismos vivos y derivados naturales para el control de plagas y enfermedades en los cultivos agrícolas. Se emplea tanto en la agricultura convencional como en la agricultura ecológica, aunque es en ésta última donde se considera una alternativa más valiosa, ya que en ella no están permitidos los fertilizantes.
Estas soluciones biológicas consiguen conservar el equilibrio ecológico y el cuidado de la biodiversidad al aprovechar los enemigos naturales de las plagas y enfermedades para reducir poblaciones, suprimirlas o mitigar sus daños. La erosión del suelo es uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la agricultura actualmente.
Productos biológicos
El objetivo de los productos biológicos es ayudar a potenciar el efecto de los organismos naturales que combaten estas plagas como agentes de control. Para ello se utilizan diferentes métodos.
Entre ellos destacan los macroorganismos como como insectos, ácaros y nematodos. Se utilizan aprovechando sus características naturales como depredadores o parásitos. Su aplicación ayuda a reducir, o eliminar en el caso de la agricultura ecológica, el uso de pesticidas químicos. Por otro lado, encontramos los agentes de biocontrol microbiano: bacterias, hongos, virus, y microorganismos beneficiosos del suelo. Son muy importantes para luchar contra las enfermedades de plantas, plagas y en la mejora de la salud del suelo.
Otras dos herramientas clave de control biológico son las Sustancias Activas de origen natural (NSCA) y las Semioquímicas (SCA). Las primeras vienen derivadas de extractos botánicos, microbianos y sustancias bioquímicas idénticas a las naturales. Estas sustancias se emplean en la protección de cultivos para ofrecer una alternativa natural y menos agresiva a los pesticidas sintéticos, ayudando a controlar una amplia gama de plagas y enfermedades. Estas sustancias incluyen extractos vegetales, aceites esenciales, minerales, y microorganismos beneficiosos. Suelen tener un perfil de toxicidad más bajo y ser menos persistentes en el medio ambiente.
Sin embargo, es importante destacar que las normativas de agricultura ecológica establecen restricciones y criterios específicos para el uso de sustancias activas naturales, como limitaciones en las dosis aplicadas y requisitos de certificación para garantizar su origen y calidad.
Las sustancias activas semioquímicas (SCA), son sustancias que facilitan la comunicación química entre los seres vivos, como las feromonas y otros compuestos que pueden atraer, repeler o alterar el comportamiento de las plagas
Bioestimulantes
Unos de los apartados en los que la producción biológica ha experimentado un mayor desarrollo en los últimos años es el de los bioestimulantes, productos que contienen sustancias o microorganismos que promueven el desarrollo de los cultivos y los mantienen saludables y resistentes a plagas y enfermedades. Entre sus características más destacadas están la estimulación del crecimiento de las plantas, consiguiendo raíces más largas y acelerando el desarrollo de los brotes.
También mejoran la absorción de los nutrientes, algo que se complementa con una mejor eficacia de los fertilizantes empleados. Y por último aumentan la resistencia de las plantas a enfermedades y plagas, por un lado, y a otros factores de estrés.
Los bioestimulantes se aplican generalmente como pulverizaciones, tratamiento de semillas o directamente en el suelo cultivable. Su regulación por parte de las autoridades europeas es relativamente reciente, y se trata de uno de los cambios más significativos en la evolución de los productos biológicos en el contexto europeo. En 2019, la UE introdujo nuevas regulaciones específicas para los bioestimulantes como parte del nuevo Reglamento de Fertilizantes (Reglamento (UE) 2019/1009), que entró en vigor en julio de 2022.
Retos y oportunidades
Una de las principales barreras para el desarrollo de los productos biológicos en España y Europa es el complejo marco regulatorio. Este proceso, aunque necesario para garantizar la seguridad y eficacia de los productos, retrasa la investigación y desarrollo y limita la disponibilidad de soluciones para los agricultores a la par de los nuevos desafíos que van surgiendo. En Europa pueden llegar a extenderse hasta entre 8 y 10 años, poniendo en desventaja a los agricultores europeos frente a terceros países.
En cuanto a oportunidades de futuro, los productos biológicos pueden desempeñar un papel muy importante en la lucha contra el impacto del cambio climático, que marcará la agricultura del siglo XXI. Especialmente en la lucha contra el estrés abiótico: sequía, altas temperaturas y salinidad del agua, y para mejorar la fertilidad del suelo al aumentar la actividad microbiana. Y por último para aumentar la biodiversidad de los terrenos agrícolas de modo que se desarrollen ecosistemas favorables para los seres vivos amigables con los cultivos.
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