Hasta hace unos años, salvo los expertos, no eran demasiadas las personas que daban al término "España Vacía" la importancia que encierra su significado. Ni era habitual que las principales cabeceras sirviesen de altavoz a la problemática de la despoblación y los problemas de sus habitantes.
Mientras, el tiempo y la sangría del éxodo rural avanzaban de forma paralela e iban desapareciendo servicios e infraestructuras básicas.
Como resultado, nos hemos dado de bruces con un desequilibrio territorial que, como adosado, arrastra una grave desigualdad social que afecta especialmente a las mujeres. A lo largo de mucho tiempo, ellas han tenido que lidiar con la masculinización y la invisibilidad, motivos que, como explica Ángel Raúl Ruiz Pulpón, profesor titular del área de Geografía Humana en la Universidad de Castilla-La Mancha, han sido factores de expulsión de población femenina del medio rural.
Y este abandono también tiene una importante repercusión en materia de sostenibilidad ambiental y económica por su función beneficiosa sobre la biodiversidad, frente a incendios, como fijadora de población y fuente de alimentos.
No en vano, además de las ayudas al desarrollo rural de los fondos FEADER, el recién aprobado Plan Estratégico Nacional de la PAC, que entra en vigor el próximo mes de enero, incluirá incentivos económicos específicos para la incorporación a la actividad agropecuaria de mujeres y jóvenes.
Anclaje familiar
Sin embargo, a pesar de las dificultades, son muchas las mujeres, especialmente jóvenes, que apuestan por el medio rural como lugar de vida y de emprendimiento. Ejemplo de ello son Judith Iturbe y Ana María Corredeira, ganadora y finalista, respectivamente, de la última edición de los Premios TaletA de Corteva y Fademur en España.
Ambas cuentan con formación superior, Judith en idiomas y Ana María en biología. Pero en su decisión de emprendimiento han tenido más peso sus raíces, la permanencia junto a la familia y los factores ligados al modelo de vida rural que las oportunidades laborales propias de su formación, que en ambos casos las alejaría de sus pueblos.
Así lo expresa Ana María Corredeira, que junto a Marta Álvarez puso en marcha el proyecto cooperativo "As vacas de Ulloa" en A Cernada, en Lugo: "Soy una mujer de aldea, me gusta vivir donde vivo. Mi trabajo me ha permitido poder continuar viviendo aquí y no tener que marcharme fuera, porque soy mujer de ciencias, y si quisiera desarrollarme profesionalmente de acuerdo con mis estudios, me hubiese tenido que marchar fuera. Para mí, mi gente, mi granja, mi familia y mi proyecto son lo más importante". Un proyecto que es la continuación del germen sembrado por sus padres cuando hace 20 apostaron por la producción ecológica y la construcción de un pequeño obrador junto a su granja con la finalidad de cerrar el ciclo productivo.
Judith, propietaria de una cervecera artesanal en Milmarcos, un municipio alcarreño de menos de 50 habitantes cuenta con orgullo que la cervecera es mucho más que centro de producción: "Es un proyecto de vida que está ligado a un propósito cultural. La fábrica se ubica en nuestra casa, que tiene un patio grande que hemos llamado "El corral de La Balluca". Ahí organizamos todo tipo de eventos culturales. Por ejemplo, este verano hemos estado haciendo desde conciertos de rock a presentaciones de libros o jornadas gastronómicas. Hemos intentado no solo aportar la fábrica, sino cultura y entretenimiento, porque en estas zonas prácticamente no tenemos ocio".
Innovación, valorización y sostenibilidad
Estas experiencias ejemplifican varios elementos ligados al rol de la mujer en el desarrollo rural, como son la innovación y la valorización del modelo familiar y tradicional ligado a la sostenibilidad social, económica y medioambiental.
Y es que, como explica Ángel Raúl Ruiz Pulpón, "normalmente se trata de productos o proyectos ligados a una producción diferenciada, ya se sea de producción ecológica, certificaciones de calidad o modelos de producción artesanales, por ejemplo, con el objetivo de aportar diferenciación y valor". Y añade: "estamos viendo que cada vez hay más experiencias de mujeres agrarias que, primero, están orgullosas de serlo y, segundo, están ofreciendo productos de calidad con alto valor añadido porque, además, aportan riqueza al territorio, fijan población y contribuyen a elevar las cuotas de igualdad".
El trabajo para conseguirlo es arduo, aunque el fin merece la pena. Así lo expone Ana María Corredeira que reconoce que debido a las carencias derivadas de lasdespoblación es muy difícil cubrir puestos de trabajo en el medio rural. Sin embargo, cuando se consigue, el impacto es muy positivo, "porque si eso lo replicas en todo el territorio, tiene un valor inmenso".
Estas carencias se traducen en dificultades para quienes deciden emprender en el medio rural, especialmente las relacionadas con infraestructuras, comunicación y accesibilidad.
Judith y Ana María ponen ejemplos. "Desde el punto de vista fiscal, pagamos una cuota de autónomos íntegra, pero prácticamente no tenemos clientes en nuestra zona. Si lo comparamos con las posibilidades venta que puede tener cualquier otro negocio en una gran ciudad, la diferencia es abismal", dice Judith.
"Traer la luz o el teléfono, por ejemplo, es toda una aventura para nosotros, sin contar los costes que ello conlleva", indica Ana María, "algo que es impensable para cualquier empresario en una gran ciudad", añade, e indica que hay que seguir luchando para derribar este tipo de barreras que son obstáculo para nuevas emprendedoras.
Asimismo, en la hoja de ruta de ambas la sostenibilidad, en su más amplio sentido, es un eje transversal y no negociable. Como máximas ambas defienden el modelo "Km 0" y un crecimiento controlado y sostenido de sus negocios.
Satisfacción
Pese a todo ello, ninguna de las dos cambiaría su trabajo ni lugar de residencia. Se muestran orgullosas de su decisión y de sus proyectos que, en ambos casos, y después de mucho esfuerzo, pasión, dedicación y trabajo, han dado un salto cualitativo, en parte por el impulso recibido a raíz de participar en los Premios TalentA. Especialmente a nivel de visibilidad. Ahora, ambas trabajan en dar difusión a sus proyectos a través de la comunicación, "porque eso será lo que nos permita afianzar el proyecto y llegar a más gente y que entiendan cuáles son nuestras dificultades y reconozcan la necesidad de incorporar espíritu crítico al consumo", expone Ana María que, además, anima a todas las emprendedoras a participar en los Premios TalentA: "Corteva y Fademur nos los ponen muy fácil, presentarte es muy sencillo. Y ese es el enfoque, hacernos las cosas sencillas para facilitarnos el camino".
Próxima oportunidad para más mujeres rurales
EL próximo 1 de noviembre se abrirá nuevamente el plazo para recibir candidaturas para la 4º Edición del Programa TalentA y, las mujeres rurales podrán volver a postularse a través de sus iniciativas. Una gran oportunidad para poner en valor sus proyectos, obtener ayuda a nivel económico y formativo, y aprovechar este escaparate para darse a conocer en nuestro país. Conoce las novedades de la nueva edición y los proyectos ganadores de anteriores ediciones en https://www.programatalenta.es/
IV Edición Programa TalentA de Corteva y Fademur para empoderar a mujeres rurales
