Hace algunos años estuve presente en un mitin político del extinto Partido Andalucista. El portavoz apareció con una botella de vino de una conocida y reconocida marca que puso sobre el atril. Señalando con su dedo la botella dijo “Botella de vino de calidad media alta, precio 12 euros, magnífica opción para acompañar un buen jamón de la sierra norte de Huelva”. Nadie se quejó del precio del vino, al contrario, comentaron la buena relación calidad precio. Acto seguido sacó una botella de aceite de oliva de calidad media alta de una buena marca reconocida y con el mismo dedo la señaló “Botella de aceite de la misma calidad del vino, precio 3,50 euros y nos quejamos del precio. Llegará el día que pueda que veamos el precio del aceite superar al del vino”. A la vista de los reciente acontecimientos, creo que este político andaluz sabía de lo que hablaba y quizás se anticipaba a los tiempos.
Son ya muchos años de abandono absoluto del olivar por parte de las administraciones. Pero por encima de decisiones correctas o no, la verdad es que se anunciaba un importante cambio climático al que no se ha sabido responder a tiempo. Con ello los grandes olivos, algunos con más de 200 años de antigüedad sufren de verdadero stress por falta de agua con lo que ello repercute en la cantidad y calidad del producto.
Hay que tener en cuenta que el cambio climático afecta en el adelanto de la floración, en el desarrollo floral y el cuajado de frutos, a los fallos de floración por falta de frío, en la disminución de la transpiración e incremento en la eficiencia en el uso del agua. También en la caída de la producción por estrés hídrico durante floración y la estabilización de la misma en secano. Aunque se ha incrementado la cosecha en regadío, y el aumento de la erosión por los eventos extremos de lluvia, la influencia del aumento de las temperaturas durante la fase de acumulación de aceite en el fruto ha afectado en el rendimiento y la calidad del aceite de oliva. El cultivo del olivo ha sido una de las víctimas propiciatorias del cambio.
Para ello los especialistas proponen una serie de medidas para adaptar el olivar andaluz al cambio climático. Desde Corteva los agricultores pueden acceder a un catálogo de productos dedicado a la protección del olivo. Sobre el terreno, las soluciones más comunes son la introducción del regadío con dotaciones reducidas, mejoras de la gestión y eficiencia del riego, el empleo de variedades de floración temprana y/o con alta estabilidad en el aceite. Mejorar en la gestión del suelo empleando cubiertas vegetales y mínimo laboreo. Una correcta y continua evaluación de la ubicación y variedad elegida en nuevas plantaciones de olivar. Del mismo modo y muy importante, la promoción de los servicios de asesoramiento empleando nuevas tecnologías.
Hay que recordar que del sector supone el 40% del empleo agrario del que dependen más de 250.000 familias.Una problemática que, a la vista, no se vislumbra una solución al problema del olivar. Un cultivo que en la Península Ibérica nos acompaña al menos, desde hace 7000 años que lo han hecho eje fundamental de nuestra mítica y sana dieta mediterránea.