La Monitorización permite adelantarse al futuro de los cultivos
En este contexto, la Gestión Integral de Plagas (GIP) se vuelve imprescindible. Se trata de utilizar los mecanismos naturales de control y hacer un uso racional de los productos fitosanitarios para evitar el desarrollo de organismos nocivos. Para ello, es fundamental tener una buena monitorización y sistema de control para su detección temprana
La Directiva 2009/128/CE (Directiva de Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios) establece el marco de actuación para el cumplimiento de los principios de GIP en las producciones agrícolas de la UE. En nuestro país, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación aprobó en 2012 el Plan de Acción Nacional para el Uso Sostenible de los Productos Fitosanitarios y elabora una serie de Guías de Gestión Integrada de Plagas para orientar a los agricultores. Pero no siempre es fácil para ellos llevarlo a cabo por lo que necesitarán ayuda de las administraciones y las empresas privadas para implementarlo.
La monitorización es un proceso inherente a esta estrategia y consiste en vigilar y revisar el cultivo periódicamente para detectar problemas potenciales y poder anticiparse a ellos. Una vez constatados podremos identificar la plaga o enfermedad y ver en qué estado se encuentra. Es necesario entonces revisar los modelos de umbral de dicha plaga o enfermedad, es decir el nivel de daño o densidad del patógeno en el que se deberían de iniciar las acciones de control o tratamiento biológico o químico para evitar pérdidas económicas.
Para realizar el monitoreo existen diferentes prácticas que van desde la inspección visual periódica, hasta la toma de muestras, colocación de trampas, placas cromotrópicas, grabación de imágenes, GPS o drones e imágenes de satélite para las explotaciones más grandes, medición de datos agroclimáticos (temperatura, humedad, viento, precipitación), etc. Y de todo ello, se debe de llevar un registro para evaluar si el tratamiento ha sido eficaz y predecir problemas en campañas posteriores.
Igualmente, la detección de parámetros climáticos compatibles con el desarrollo de la enfermedad y los datos históricos de cultivos de la zona son también factores que nos ayudarán a la hora de predecir la incidencia de una plaga.
En Castilla y León, conocida como “el granero de España” el Instituto Tecnológico Agrario de la Junta dispone de un Observatorio de Plagas para ayudar a los agricultores en esta labor. Según Constantino Caminero, Jefe del Área de plagas del ITACYL “la monitorización es un proceso que permite contestar a preguntas como ¿a qué tengo que estar alerta?, ¿en qué niveles está?, ¿cuándo tengo que actuar?, ¿me compensa?, ¿he sido efectivo? O ¿con qué consecuencias?”. Sin esta información, la planificación preventiva y las medidas a implementar serían inefectivas.